24 de febrero de 2010

"Técnicas del cuento" (Resúmen del libro)


TÉCNICAS DEL CUENTO
(Resúmen del libro editado por Willard Díaz)

“La genialidad es resultado de uno por cien de inspiracion y noventa y nueve por cien de transpiración.”

“La diferencia entre un libro bien escrito y una obra imprescindible es que una tiene la perfección de una maquina bien aceitada y la otra es un saludable organismo vivo.”

NATURALEZA DEL CUENTO
Por R. Royster

El cuento extrae usualmente su material de la vida cotidiana. Debido a su brevedad y solidez, no tiene cómo pintar un panorama amplio de épocas y condiciones sociales poco familiares a los lectores. Debe descansar sobre motivaciones que, aunque sean comunes, al menos tocan las experiencias del autor. La materia del cuento es, por lo general, común.


Pero aun si tenemos límites para la descripción y el análisis de los personajes, como pasa en el cuento, es posible revelar mucho acerca de la gente solo con colocarla en un escenario bien definido o en alguna posición social u ocupacional significativas. El entorno en el cual vive la gente tiene mucho que ver con sus actos y sus actitudes ante la vida. En la caracterizacion muchos factores juegan un papel: el clima, la raza, el aislamiento, la riqueza o la pobreza, el deseo o el ocio; todo contribuye a la definición del personaje y sus actitudes. Ciertos contextos sugieren inmeditamente rasgos del personaje. Por esta razón los escritores se esmeran en idear el escenario y las condiciones de vida, pues son recursos para la descripción del personaje.


El cuento tiene una estructua tan definida como la de un edificio de piedra, fierro, cemento y madera. Esto no significa, por supuesto, que todos los cuentos sean iguales, así como no son idénticas todas las casas.

Toda obra de arte debe producir una impresión. El cuento hábilmente construido tiene una intención artística definida; puede producir espanto, horror, piedad, amor, odio, simpatía, esperanzas, humor o cualquiera de las ricas emociones de nuestras vidas. Puede también dirigir su puntería hacia nuestra capacidad de diferenciar sentimientos o puede presentar una idea (el cuento con propuesta o tesis). O puede combinar todos esos atractivos.

El cuentista, a fin de lograr su propósito, debe dirigir todas sus fuerzas hacia un efecto único dominante a lo largo de la historia; estar continuamente atento a la mira con la cual comenzó.

Dado que el cuento es de extensión limitada (en la práctica, entre 2500 y 12 500 palabras), el autor no tiene espacio más que para la impresión única que ha decidido producir. Debe ahorrar en el número de personas que introduce en su relato. Debe seleccionar sólo los detalles más efectivos para describir a pocos personajes, y debe escoger y disponer los incidentes, la estrecha relación de uno con otro, de manera que rindan más en la actuación del personaje y en el progreso de la historia. El cuentista no puede, como el novelista y el autor de dramas extensos, introducirnos a nuestras anchas en la vida de sus personajes.

El número de personas que pueden entrar exitosamente en un cuento es, entonces, por necesidad, pequeño. Entre ellos un personaje debe destacar notoriamente sobre los demás.

El personaje principal debe ser lo bastante individual o excepcional como para captar el interés del lector desde el comienzo. No hay espacio en el cuento para un personaje común. Esto no quiere decir que el protagonista debe ser raro. El deseo de representar personajes exageradamente inusitados ha conducido a muchos cuentistas a mostrar personas que nos parecen falsas e irreales. Es importante saber que aunque extraño y tal vez misterioso, el personaje del cuento debe ser verosímil. Y la gente tiene sus faltas, sus pecados, así como sus virtudes; son guiados por impulsos generosos y por impulsos egoístas. En sus conflictos se les ve luchando, soñando, conquistando, pecando, asesinando, sacrificándose: exhibiendo todos los impulsos, buenos y malos, que guían los sentimientos y los actos de los hombres.

Podríamos tener una experiencia atroz de un desastre ferroviario, pero un relato del accidente no sería un cuento a menos que alguna circunstancia especial del desastre fuera empleada para ilustrar un rasgo de un personaje, contradictorio o afirmativo en relación con lo que uno sabe.


La intriga no es más que el orden y la complicación de la serie de acciones que constituyen el cuento. El elemento más importante en la construcción de una intriga es el conflicto o lucha. El hombre rara vez se conoce a sí mismo; de seguro, sus amigos no lo conocen hasta que está frente a un conflicto; hasta que una lucha de intereses, deseos y principios saca a luz convenientemente los rasgos de su carácter. Mediante sus más altas dotes puede dominar la situación y vencer a las fuerzas rivales; o puede, debido a defectos de personalidad o a su incapacidad para ser mejor de lo que es, caer en desgracia.

El conflicto puede ser objetivo o subjetivo (En palabras simples, esto significa que puede surgir por algún objeto que ambas partes desean; o puede haber conflicto entre fuerzas o impulsos que residen dentro del individuo). Y debe producir una situación en la cual el personaje debe elegir entre una u otra línea de acción.

En la intriga simple y única del cuento, una subtrama podría resultar desorientadora. Las situaciones o incidentes elegidos meramente por su capacidad para interesar o divertir no tienen cabida en el compacto arte del cuento.

En el análisis y estudio del relato hay un punto que se pierde de vista muchas veces: un cuento puede tener la técnica perfecta y, al mismo tiempo, no mostrar ningún destello del alma ni de la inteligencia del autor.

Cuando forma y espíritu se unen en el mismo cuento obtenemos el placer de la armonía perfecta.

“Un artista literario hábil debería esforzarse para que el cuento produjera un efecto único y singular. En la composición no debería haber ninguna palabra que no vaya, directa o indirectamente, hacia el fin preestablecido.” (E.A. Poe)


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