12 de febrero de 2010

"El Sueño de la Bestia" (cuento)


 
EL SUEÑO DE LA BESTIA
de René Coayla C.

Diciembre, 2009.

- Puta mare, estamos perdidos, ¿cómo chucha hemos caído acá como webones!

Cool me mira, pero no me dice nada, Carol me dice molesta que espeso. Pero yo sigo molesto, el sol arde y el calor es insoportable, y le digo ya que chucha, al fin y al cabo ya vamos a llegar.

- Y todo… ¡por las cataratas! – dice, sonriente. Y yo me cago de risa, hemos estado haciendo esos chistes todo el día.

- Si… –le digo- …por las ¡pinches cataratas! jaja.

A mi alrededor solo hay cerros, y a lo lejos puedo ver... ¡solo cerros! El sol está justo encima de nosotros, así que deben ser las once o doce de la mañana. A mi lado tengo a todo un grupo de amigos, en total somos como siete, pero, por un motivo que atribuyo a mi dolor de cabeza por el fuerte sol y estas nubes que rodean todo lo que veo, no logro distinguir bien a todos. Y mucho menos ahora, que uno de ellos, precisamente Cool que está a mi lado, grita ¡que mierda es eso! al tiempo que señala con el brazo al horizonte, en medio de los cerros, a lo lejos, una sombra extraña parece moverse en la arena, en la punta de una loma, y que parece estar bajando, o cayendo, digo. Todos se quedan callados, pues podemos ver claramente, y aunque el sol es fuerte sé que no es un espejismo, la mancha negra que parece estar bajando el cerro, y ahora que una nube oculta el sol, puedo distinguir mas claramente que parece ser una persona.

- Carajo. –dice Bruno– ¡que mierda es esa webada?! ¡Parece que esta corriendo hacia nosotros!

- Es una persona, creo –digo. Pero Carol, a mi lado, me toma del brazo y volteo a mirarla, está pálida, pero no me mira, sigue viendo al horizonte.

- Oe, creo que mejor nos vamos regresando –dice, con un tono muy extraño.

Ahora que la veo, me doy cuenta que comienza a parecer desesperada, algo dentro de mi se encoge, en mis entrañas algo se presiona fuerte y mi cabeza comienza a dolerme. Observo bien el cerro a unos trescientos metros de donde nos encontramos, y puedo ver claramente que es una persona lo que viene corriendo, o deberia decir arrastrandose, a gran velocidad, hacia nosotros. Pero algo en ella no esta bien, su contextura es diferente, como que muy delgada hasta para ser una persona que anda corriendo por el desierto y encina, con este terrible sol. Sus piernas son como mas delgadas y largas, sus brazos también son largos, y su cabeza tiene como una especie de… ¡orejas extrañas! y su rostro es más extraño aún, definitivamente parece un monstruo, pienso. Recuerdo la historia de los condenados, esos hombres que han sido catigados por Dios a permanecer deambulando por la eternidad, hasta que los pies se les desgastan de tanto andar. Veo al hombre que se acerca, y toda imagen que pude haber tenido de un condenado ni se acerca a lo que ven mis ojos. Es una especie de loco, con rasgos de humano, pero piel y aspecto de monstruo.

En tal situación estamos, cuando escucho unos gritos atrás mío. Veo que Bruno ya retrocedió y está llamándonos para que corramos tras de él, que ya empezó a correr, si no hubiera sido por eso quizas yo me hubiese quedado como un imbécil a esperar a ver mas de cerca al demonio que se acercaba. Salimos disparados, pero al dar vuelta atrás solo se ven cerros. Increíblemente hemos avanzado más de lo que parecia, pues al llegar corriendo a lo alto de una loma puedo darme cuenta que el camino esta más alejado de lo calculado. Desde donde me encuentro veo, bien lejos, el camino apareciendo entre dos lejanos cerros. Y mucho más cerca, entre la arena desierta, veo que se ha formado un basural y que en el medio de todo, hay una choza. ¡A la choza esa! Grito, pero mi voz sale ahogada y creo que nadie puede oírla. Mas veo aliviado que Bruno parece haberse dado cuenta ya de ella y cambia de dirección hacia la choza, y en ella entran él, Carol, Cool, y algunos otros más que no alcanzo a ver.

Pero al llegar a la choza esa, descubrimos que lo mejor tal vez hubiera sido seguir corriendo, como hicieron un par de amigos que se quedaron atrás. Pues las paredes están llenas de cuchillos oxidados, cachivaches raros y filudos, tubos, y fierros viejos colgados por doquier. Al fin y al cabo es una choza normal para un basural, pienso rápidamente.

De repente, escucho unos gritos, o debería decir aullidos, desgarradores y muy cercanos. Pero con el miedo que aunque no quiero llevo, no logro distinguir de quién son, y ahora una especie de bufido mezclado con lo que para mi horror, parecen ser crash crash, chasquidos de huesos. ¡Se los está comiendo!, pienso, horrorizado ya en extremo. Pero eso no es lo peor. Alguien grita de repente ¡¡viene para acá, viene para acá!!

Todos salimos corriendo por el otro lado de la choza, pero al salir, puedo ver a traves de la misma, pues debo decir aquí que la choza no es más que un armazón de palos con unos cuantos fierros a modo de paredes, al monstruo viniendo, en efecto, hacia nosotros. Pero me tranquilizo mucho de repente al ver que, aunque viene hacia nosotros, viene caminando, casi arrastrando los pies. Y con el cuerpo bien encorvado viene comiendo algo que va trayendo entre las manos. Algo que, según puedo distinguir, parecen ser los sanguinolentos restos de aquel desdichado amigo mio que hace un rato gritó pidiendo auxilio, o quizas demostrando que lo estaban devorando vivo, pienso.

Miro a mi alrededor, y siento que algo me vibra en el pantalón, ¡mi celu!, lo saco rápidamente y contesto, es mi madre, que seguro quiere preguntar por cómo me esta llendo.

Lee el cuento completo en http://www.feedbooks.com/userbook/9972




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